La creación de nuevos caminos didácticos usando algunos de los mecanismos de la inteligencia artificial reflejan el propio concepto, ya que son llamadas tecnologías generativas por su capacidad para producir textos, en diferentes formatos, mediante instrucciones o prompt que le brindamos. Es decir, ayudan al usuario-estudiante construir un resumen, una historia, un diálogo, una imagen o un audio, con una interesante fluidez lingüística y operativa, todos supuestamente novedosos y similares a los diseñados por humanos.
Los programas de IA pueden evaluar el nivel de conocimiento de una persona y crear un plan de estudios personalizado que se ajuste a sus fortalezas y debilidades. Esto permite un aprendizaje más eficiente y efectivo, ya que se evita en gran medida la frustración de avanzar demasiado rápido o sentirse estancado en un nivel determinado. Además, la IA puede proporcionar retroalimentación inmediata y precisa sobre el progreso del estudiante. A través de ejercicios interactivos, conversaciones simuladas y correcciones automáticas, la IA puede identificar errores gramaticales, pronunciación incorrecta o uso inadecuado del vocabulario. Esto facilita a los estudiantes corregir sus errores de manera instantánea y comprender dónde necesitan mejorar, lo que acelera el proceso de aprendizaje y refuerza la confianza en sí mismos.
En forma prematura todavía podríamos decir que gracias a su adaptabilidad, retroalimentación instantánea, asistentes virtuales de conversación y accesibilidad que ofrece la IA, el aprendizaje del español se va volviendo más efectivo, personalizado y accesible.
A medida que la tecnología continúa avanzando, es emocionante imaginar cómo la IA y sus mecanismos seguirán transformando la forma en que aprendemos y enseñamos una lengua, su cultura y tradiciones en el futuro.
El planteo sería: ¿cómo realmente nos resulta útil, interesante o rentable didácticamente si el estudiante podrá buscar datos, tomar información, construir saberes y autocorregirse? ¿cómo podemos apalear la brecha digital, las competencias trasnversales de nuestro alumnado?
El filósofo italiano Luciano Floridi (2023a) propone definir la IA como el divorcio entre la capacidad de lograr un objetivo (elegir una ruta de transporte, responder un mensaje de chat, etc.) y la inteligencia necesaria para llevar adelante esa tarea. Su pregunta no es si el sistema es inteligente en el sentido tradicional ‘humano’ sino más bien si el mismo logra cumplir con el objetivo propuesto a partir de un prompt, la palabra técnica para referirse a un pedido o input en el campo especifico de la IA.
En palabras de Floridi, no nos interesa que los aviones vuelen como los pájaros o los submarinos naden como un pez, lo importante es que puedan hacerlo de un modo seguro y eficiente. Lo mismo ocurre con la IA: el foco no debe ponerse en si las máquinas son o no ‘inteligentes’, sino que, según su perspectiva (Floridi, 2023b), debemos concentrarnos en qué tarea pueden realizar de manera efectiva, más allá de que se trate de un ‘simulacro de vuelo’, de una ‘copia’ de lo que haría un humano. (CIAESA, Universidad de San Andrés, 2023)
Sin embargo, lo expuesto genera lógicas tensiones, dudas e incertidumbre para el docente y en especial, cuando llega el momento de evaluar los conocimientos y determinar el nivel de lengua alcanzado por sus estudiantes.
Como ha ocurrido en otros tiempos, no tan lejanos, que incorporar la gamificación, los escape room o ahora simples, servicios de las redes sociales, nos podía causar hasta rechazo, los estudiantes de la sociedad actual -y nosotros, los docentes también- son agentes de una forma diferente de acercarse a sus intereses y necesidades, a la búsqueda multimodal de la información, a creer que Bing lo ayudará más que un diccionario de 1000 páginas o el mejor libro de gramática.
La propuesta para el profesorado sería investigar, definir rutas pedagógicas, aprender de y con los estudiantes, tomar del abanico casi infinito de posibilidades la forma de que las herramientas nos faciliten la labor, nos permitan diseñar integrando la realidad tecnológica al contenido lingüístico y por ende, a los programas de estudio.
Ante esta reflexión, la investigación que vienen realizando diferentes profesionales en el ámbito educativo constituye un punto de apoyo imprescindible. Por ejemplo, la charla brindada por Carina Maguregui para el portal Educar propone pensar cómo y cuánto influyen los algoritmos, el software, la inteligencia artificial y los grandes modelos generativos de lenguaje natural, como el ChatGPT y otros, en la escritura y en una gran variedad de producciones.
Algo está claro, por el momento, la inteligencia artificial no puede reemplazar completamente a los profesores humanos. Si bien la IA es una herramienta valiosa y poderosa, el aspecto humano en la enseñanza del español sigue siendo fundamental. Los docentes brindamos orientación personalizada, motivación y una comprensión más profunda de las necesidades individuales de los estudiantes. La combinación de la inteligencia artificial y la intervención humana puede proporcionar un entorno de aprendizaje enriquecedor y completo.
Por eso, los encuentros y talleres docentes creados para diseñar estos nuevos caminos didácticos, la lectura reflexiva y las ganas de renovarnos, son una buena fórmula para sentirnos parte del saber actual en nuestra sociedad del hoy y ahora.
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